Dar vivienda estable a las personas sin hogar fue una política federal durante décadas, pero Trump le está poniendo finEricks Webs DesignEricks Webs Design
Rachelle Ellison pasó 17 años durmiendo en las calles de Washington, entrando y saliendo de cárceles y hospitales. Finalmente, en 2008, se mudó a un apartamento gracias a un subsidio de alquiler que incluía tratamiento de salud mental y servicios de apoyo proporcionados por una organización sin fines de lucro. “Una vez que tuve la […]
Rachelle Ellison pasó 17 años durmiendo en las calles de Washington, entrando y saliendo de cárceles y hospitales.
Finalmente, en 2008, se mudó a un apartamento gracias a un subsidio de alquiler que incluía tratamiento de salud mental y servicios de apoyo proporcionados por una organización sin fines de lucro.
“Una vez que tuve la estabilidad de una vivienda y una base bajo mis pies, pude trabajar en mí misma”, dijo Ellison.
Ellison se benefició del programa Housing First (Vivienda Primero), una política que traslada a personas crónicamente sin hogar a viviendas permanentes sin exigirles estar sobrias o en tratamiento previamente. Luego, estos programas ofrecen servicios para el tratamiento de adicciones, salud mental, educación y empleo.
Housing First ha contado con apoyo de ambos partidos durante más de dos décadas. Sin embargo, el Gobierno de Trump quiere recortar fondos, alegando que el modelo es ineficaz, contribuye al “crimen y desorden” y al récord de personas durmiendo en las calles. En su lugar, Trump busca financiar programas con requisitos más estrictos de sobriedad o trabajo, y comprometer a más personas sin hogar con problemas de salud mental sin su consentimiento. Esta semana, Trump ordenó el uso de fuerzas federales para desalojar por la fuerza a personas sin hogar en Washington.
Esto representa un cambio importante en la política federal. Desde el Gobierno de George W. Bush, proporcionar vivienda junto con servicios sociales ha sido la principal estrategia para combatir la falta de vivienda.
Investigadores y defensores de personas sin hogar advierten que alejarse de Housing First tendrá consecuencias graves para quienes enfrentan esta situación.
Después de conseguir un apartamento, Ellison inició tratamiento por consumo de drogas y trastornos mentales derivados de abusos en su infancia. Durante años, trabajó para mantener la sobriedad con el apoyo de un equipo de consejeros en salud mental y adicciones.
“Tuve que fracasar varias veces, y finalmente me cansé, pero ya tenía un techo sobre mi cabeza”, relató. “He estado limpia y sobria desde entonces”.
Hoy, Ellison es una defensora nacional de las personas sin hogar y afirma que “Housing First realmente me salvó la vida”.
Housing First surgió a principios de los 2000, reemplazando el modelo de tratamiento primero para abordar la falta de vivienda. Ese enfoque exigía que las personas estuvieran sobrias o participaran en programas antes de obtener vivienda, que a menudo era refugio de emergencia o vivienda transitoria.
Diversos estudios han demostrado que los programas Housing First ofrecen mayor estabilidad habitacional a largo plazo que el modelo de tratamiento primero, e incluso pueden reducir los costos generales al disminuir las visitas a hospitales y salas de emergencia, según una revisión del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD, por sus siglas en inglés) en 2023.
El Departamento de Asuntos de Veteranos ha utilizado Housing First para reducir la falta de vivienda entre veteranos en un 55 % desde 2009. Houston, Denver y otras ciudades han aplicado con éxito este enfoque para reducir la falta de vivienda.
Sin embargo, un decreto de la Casa Blanca el mes pasado busca regresar al modelo anterior, ordenando a los organismos federales dejar de financiar organizaciones que ofrecen vivienda sin exigir primero tratamiento por abuso de sustancias o enfermedades mentales graves.
El Gobierno de Trump “propone retroceder al modelo de vivienda transitoria de los años 90. Ya lo hicimos y fracasó. Por eso surgió Housing First”, dijo Dennis Culhane, profesor de política social en la Universidad de Pensilvania, cuyo trabajo sentó las bases para este programa.
“Lo que descubrirá el Gobierno es exactamente lo que pasó antes: las personas que más apoyo necesitan son desalojadas” de la vivienda transitoria, añadió Culhane.
El decreto de Trump también pide a las autoridades locales aplicar leyes de internación civil para retirar de las calles a personas que “no pueden cuidarse a sí mismas” o “representan riesgos para sí mismas o para el público”.
El Gobierno busca trasladar a estas personas a “entornos institucionales a largo plazo”, pero podría enfrentar una escasez de camas en hospitales psiquiátricos en Estados Unidos. Trump también ha recortado fondos para Medicaid y subvenciones para programas de adicción y salud mental, lo que podría dificultar el acceso al tratamiento.
“Lo que vemos es una total falta de inversión en soluciones que sabemos que funcionan”, dijo Lara Pukatch, directora de incidencia en Miriam’s Kitchen, una organización de vivienda y servicios sociales en Washington. “El decreto ciertamente no resuelve los problemas de la falta de vivienda ni facilita el acceso a la atención de salud y salud mental”.
La falta de vivienda masiva en las calles es un fenómeno relativamente reciente en Estados Unidos.
Varios factores contribuyeron, incluyendo la desinstitucionalización sin provisiones de vivienda o servicios sociales desde los años 50, recortes gubernamentales a la vivienda y un sistema de salud mental fragmentado y subfinanciado.
Los resultados del enfoque de tratamiento primero en los 80 y 90 “no fueron muy positivos”, dijo Culhane. “Las personas que ingresaban a menudo eran dadas de alta por no cumplir con los requisitos de sobriedad, y terminaban de nuevo en la calle”.
El Gobierno de George W. Bush comenzó a abordar la falta de vivienda crónica, impulsado por defensores y la investigación de Culhane, que mostró que la ciudad de Nueva York gastaba US$ 40.000 al año por cada persona crónicamente sin hogar debido a tiempo en centros de desintoxicación, prisiones y hospitales. La vivienda con apoyo reducía los costos anuales en US$ 16.000.
En 2003, Bush anunció un plan de 10 años para acabar con la falta de vivienda como parte de su agenda de “conservadurismo compasivo”, adoptando Housing First como modelo.
“El cambio llegó durante el Gobierno de Bush, cuando comenzaron a reconocer el valor de abordar la falta de vivienda crónica”, afirmó Frederick Shack, CEO de Urban Pathways, proveedor de vivienda y servicios sociales en Nueva York. “Eso se logra mejor ayudando a las personas a resolver su necesidad básica de vivienda y rodeándolas de servicios”.
El Gobierno de Obama continuó el enfoque y en 2009 lanzó una meta de acabar con la falta de vivienda entre veteranos basada en Housing First. Ese año, el Congreso aprobó legislación que aceleró el financiamiento para estos programas.
El primer Gobierno de Trump inicialmente continuó el enfoque Housing First, elogiando el modelo.
Sin embargo, la postura cambió a medida que la falta de vivienda visible aumentaba, especialmente en ciudades gobernadas por demócratas en la costa oeste.
Housing First también se convirtió en un blanco mayor para la derecha. Centros de estudios y políticas conservadores como el Cicero Institute y el Manhattan Institute se opusieron a Housing First, argumentando que la vivienda sin requisitos de tratamiento no ha funcionado.
“Housing First fue sobrevalorado, se volvió mucho más dominante de lo que merecía, y la falta de vivienda alcanzó niveles históricos. Lo que verás bajo Trump es simplemente un reequilibrio de prioridades”, dijo Stephen Eide, investigador del Manhattan Institute. “Durante demasiado tiempo, el Partido Republicano ignoró la influencia de Housing First”.
Legisladores republicanos en el Congreso presentaron proyectos de ley para redirigir fondos de programas Housing First a proveedores que exijan capacitación laboral, tratamiento de adicciones u otros servicios. Florida, Georgia, Missouri y otros estados liderados por republicanos también aprobaron leyes que restringen estos programas.
Sin embargo, los defensores de Housing First dicen que el modelo no es el problema, sino la falta de fondos, tanto para responder al aumento de personas sin hogar como para contrarrestar la escasez de vivienda asequible.
“Housing First ha fallado porque no hemos invertido plenamente en el programa”, dijo Shack de Urban Pathways. “No se puede resolver el problema sin recursos”.
Solo alrededor del 15 % de las personas sin hogar acceden a un programa Housing First, de acuerdo con la investigación de Culhane. En 2022, él y otros investigadores estimaron que costaría US$ 9.600 millones proporcionar Housing First a todos los hogares en refugios de Estados Unidos.
La mayoría de los proveedores de servicios para personas sin hogar aplican principios de Housing First. Temen la pérdida de fondos federales y un regreso a políticas que abandonaron hace años.
Ellison dijo que el enfoque de Trump dificultará aún más que las personas sin hogar accedan a vivienda, profundizando el ciclo de interacciones con la justicia penal y visitas al hospital que ella vivió en las calles.
“La vivienda es la única solución a la falta de vivienda, junto con servicios integrales, si se necesitan”, dijo. “El nuevo decreto hará esto mucho más difícil y aumentará la cantidad de personas sin hogar”.
The-CNN-Wire
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